Qué son los musgos?
Los musgos figuran entre los vegetales más primitivos de tierra firme: aparecieron hace más de 350 millones de años, mucho antes de la era de los dinosaurios. Son miembros de un grupo de plantas llamadas briófitas, del que también forman parte las menos conocidas hepáticas.
Los musgos son, por lo general, pequeños, se elevan unos cuantos centímetros sobre el terreno o son rastreros. A diferencia de otras plantas terrestres más evolucionadas, la mayoría de los musgos carecen de tejidos especializados para transportar el alimento o el agua de una parte de la planta a otra. Como no disponen de ese sistema de conducción, no se considera que posean raíces, tallos u hojas verdaderos. Las “raíces” del musgo, por ejemplo, le sirven sólo para fijarse al sustrato, no para extraer el agua y los elementos nutritivos; es la superficie completa de la planta la que absorbe estas sustancias indispensables. Las “hojas”, excepto a lo largo de la nervadura central, tienen una célula de espesor.
Los musgos tampoco producen flores ni semillas. En lugar de ello, suelen desarrollar en el ápice pequeñas cápsulas de esporas que se alzan sobre pedúnculos largos y delgados. Las esporas germinan para formar plantas que producen gametos masculinos y femeninos. Al unirse los gametos forman un huevo o cigoto que, a su vez, da origen a una nueva generación de plantas que producen esporas y continúan el ciclo.
¿Dónde crecen los musgos?
Aunque puedan parecer delicados y frágiles, la verdad es que los musgos son bastante fuertes y resistentes. Se pueden encontrar diversos géneros desde las orillas del océano Ártico hasta algunos lugares de la Antártida, pasando por los trópicos. Algunos consiguen sobrevivir en los desiertos y en las rocas calcinadas por el sol, mientras que otros viven sumergidos en pantanos y en corrientes de agua. Sin embargo, la mayoría de los musgos prefieren sitios húmedos y sombreados dentro de los climas templados. En los bosques suelen formar espesos mantos que cubren completamente los troncos podridos y el suelo.
Algunos musgos necesitan unas determinadas condiciones de vida: los hay que crecen únicamente en tierras ácidas, mientras que otros sólo lo hacen en las alcalinas; incluso existen los llamados musgos del cobre, que sólo se desarrollan donde hay ese metal, por lo que sirven para indicar la presencia de yacimientos.
Otro tipo especializado es el musgo luminoso, que sólo crece en cuevas, en los huecos existentes bajo las raíces de los árboles y en otros lugares poco iluminados. Están dotados de células que tienen la forma de lentes diminutas, con las que enfocan la escasa luz sobre sus gránulos de clorofila para poder producir su alimento. En la semioscuridad de los lugares donde crece, el musgo luminoso parece brillar con una luz verde dorada. En realidad, refleja la luz que le llega, no la propia
Los musgos figuran entre los vegetales más primitivos de tierra firme: aparecieron hace más de 350 millones de años, mucho antes de la era de los dinosaurios. Son miembros de un grupo de plantas llamadas briófitas, del que también forman parte las menos conocidas hepáticas.
Los musgos son, por lo general, pequeños, se elevan unos cuantos centímetros sobre el terreno o son rastreros. A diferencia de otras plantas terrestres más evolucionadas, la mayoría de los musgos carecen de tejidos especializados para transportar el alimento o el agua de una parte de la planta a otra. Como no disponen de ese sistema de conducción, no se considera que posean raíces, tallos u hojas verdaderos. Las “raíces” del musgo, por ejemplo, le sirven sólo para fijarse al sustrato, no para extraer el agua y los elementos nutritivos; es la superficie completa de la planta la que absorbe estas sustancias indispensables. Las “hojas”, excepto a lo largo de la nervadura central, tienen una célula de espesor.
Los musgos tampoco producen flores ni semillas. En lugar de ello, suelen desarrollar en el ápice pequeñas cápsulas de esporas que se alzan sobre pedúnculos largos y delgados. Las esporas germinan para formar plantas que producen gametos masculinos y femeninos. Al unirse los gametos forman un huevo o cigoto que, a su vez, da origen a una nueva generación de plantas que producen esporas y continúan el ciclo.
¿Dónde crecen los musgos?
Aunque puedan parecer delicados y frágiles, la verdad es que los musgos son bastante fuertes y resistentes. Se pueden encontrar diversos géneros desde las orillas del océano Ártico hasta algunos lugares de la Antártida, pasando por los trópicos. Algunos consiguen sobrevivir en los desiertos y en las rocas calcinadas por el sol, mientras que otros viven sumergidos en pantanos y en corrientes de agua. Sin embargo, la mayoría de los musgos prefieren sitios húmedos y sombreados dentro de los climas templados. En los bosques suelen formar espesos mantos que cubren completamente los troncos podridos y el suelo.
Algunos musgos necesitan unas determinadas condiciones de vida: los hay que crecen únicamente en tierras ácidas, mientras que otros sólo lo hacen en las alcalinas; incluso existen los llamados musgos del cobre, que sólo se desarrollan donde hay ese metal, por lo que sirven para indicar la presencia de yacimientos.
Otro tipo especializado es el musgo luminoso, que sólo crece en cuevas, en los huecos existentes bajo las raíces de los árboles y en otros lugares poco iluminados. Están dotados de células que tienen la forma de lentes diminutas, con las que enfocan la escasa luz sobre sus gránulos de clorofila para poder producir su alimento. En la semioscuridad de los lugares donde crece, el musgo luminoso parece brillar con una luz verde dorada. En realidad, refleja la luz que le llega, no la propia
En el caso del monte Xiabre, se está actuando sobre algo más de 314 hectáreas, en parroquias de los municipios de Caldas de Reis, Vilagarcía y Catoira. Se está trabajando sobre poblaciones de árboles que no son capaces de regenerarse naturalmente y con la sustitución de grandes masas de eucalipto quemado por pinos y frondosas. En Cotobade, otro de los municipios más afectados por la ola de fuego del 2006, Medio Rural actúa en la recuperación de 124 hectáreas de monte en las parroquias de Vilanova, Tenorio, Calvelo, Viascón y San Xurxo de Sacos, siguiendo la cuenta del río Lérez, donde las llamas consumieron gran parte de la vegetación de ribera y de las laderas próximas. En el monte Castrove, se actúa sobre las cuentas de los arroyos Covelo y Cancela, que provocaron importantes daños cuando se produjeron las fuertes lluvias del invierno de hace dos años. En la zona alta, casi sin árboles, se está intentando consolidar las frondosas y los pinos. Son 169 hectáreas de San Xoán, Combarro, San Salvador (Poio), Campañó (Pontevedra) y Curro (Barro). Por último, en Vilaboa se reforestan las laderas que desaguan en San Adrián de Cobres desde el monte Gagán, con la retirada de eucaliptales y la reparacion de pistas forestales.
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